miércoles, 5 de octubre de 2011

Transgression

Por Laura Safont
Cuando el tráiler de un film descarta toda atracción o interés por el proyecto, una de dos: o el espectador decide buscar otro que sí le motive u opta por desconfiar en la “supuesta” fidelidad que estas cortas piezas conceden a su ópera prima.

En este caso, se presenta a la típica familia adinerada (cincuentón de medidas gruesas, casado con una Belluci inexpresiva y repleta de bótox), asentada en una mansión con escasa vigilancia y en la cual irrumpen unos ladrones que pretenden hacerse con el dinero de la caja fuerte del magnate. Hasta aquí, uno se queda con la impresión de ver un Secuestrados “a la americana” (la película, coproducción italiano-española-canadiense, está rodada en íntegro inglés). Pero, por desgracia, el resultado es mucho más fatídico. El trailer ha actuado, incluso, con benevolencia hacia la primera producción cinematográfica que realiza el crítico Enric Alberich.

Desde el inicio del film, el espectador ya tiene claro que Matthew (Michael Ironside) y su mujer Elena (Maria Grazia Cucinotta) fingen un amor sustentado por el deseo de riqueza y apariencia. Cuando entran los cuatro ladrones a la vivienda (Carlos Bardem, Fabio Fulco, Ivana Miño y Yon González), nos pensamos que el argumento va a empezar a distraernos. Pero, contrariamente, el aburrimiento de unos diálogos sin sentido y la falta de intriga reducen este thriller al juego del gato y el ratón, en el que el perseguido puede campar a sus anchas por el mismo espacio en el que se mueve su perseguidor sin hacer un mínimo esfuerzo para no ser atrapado. Por ejemplo, en una escena el protagonista tiene todo el tiempo del mundo para descubrir los engaños de su esposa con la luz y el móvil encendidos en su escritorio, a la vez que ella se lo monta con el ladrón “guaperas” para ser liberada.

Los topicazos se amontonan y uno ya sabe que un escuadrón de gatos tan inepto no puede ganar la partida. Expectación cero y surgimiento de vergüenza ajena. La risa explota cuando, después de constatar que los ladrones se asemejan a jugadores de paintball que no quieren ser disparados, uno de los asaltantes dice que van a poder controlar la situación porque han logrado salir indemnes de crímenes en Sarajevo. Y yo me lo creo y he de tomarme el film enserio.

Parece que la moraleja final de Transgression es que contra un ambicioso, que cuánto más tiene menos humano se hace, ni el más violento puede ganar. Pero, ¿era necesario emplear 97 minutos de cinta para constatar tal verdad ya sabida? y, sobretodo, ¿hacía falta escoger un perfil de atacantes inútiles, poco creíbles y con rasgos tan típicos?

Al menos, si atacados y atacantes hubiesen estado en condiciones de igualdad o los segundos en un estrato superior de astucia el film no se haría tan monótono y aburrido. 

Al salir de la sala de proyecciones, uno acaba hastiado de la expresión fucking (que parece ayudar a los personajes a transmitir su cabreo) e irritado con la industria del cine español por financiar proyectos tan poco ambiciosos.

La película se estrena el 21 de octubre.

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