viernes, 14 de octubre de 2011

Mientras duermes


Si uno se detiene a mirar la cartelera o la programación de la presente edición del Festival de Sitges, constatará una fuerte apuesta por el cine español del género. De la sobresaliente La Cara Oculta, de Andrés Baiz, a la esperada Eva, del debutante barcelonés Kike Maíllo, uno percibe una inyección de adrenalina en la producción de films de intriga o terror en nuestro país. Y, ante este panorama, el gran Jaume Balagueró debía mostrar de nuevo sus dotes como gurú del género. 

Mientras sus predecesores trabajos –Los sin nombre, Frágiles, Darkness, REC 1 y 2- sitúan el terror en el epicentro de las historias de la forma más explícita, la estrenada Mientras duermes te demuestra que el miedo puede presentarse en una simpática forma humana que cada mañana te da los buenos días. Dicho sujeto se llama César –interpretado por Luis Tosar-, un portero que tiene como objetivo hacer infeliz a todo inquilino que le propine una sonrisa o sea amable con él. Por ello, se obsesionará con la alegre vecina del 5º B, representada por Marta Etura, con el fin de eliminar la felicidad que emana día tras día. 

Si bien la trama argumental se asemeja a La víctima perfecta, de Antti Jokinen, el desarrollo de la intriga y el punto de vista que mantiene el film de Balagueró superan con creces la calidad de la anterior. Mientras duermes es suspense puro, tensión creciente y desenlace sobrecogedor. El director catalán aparca el terror para construir un thriller que consigue mantener al espectador angustiado de principio a fin y, lo más importante, revelar que la maldad no tiene explicación ni límites. 

Uno sabe que después de esta película la figura del portero ya no va a resultarnos tan cordial. El magnífico Luis Tosar, que con un arqueo de cejas ya consigue atemorizar, es el malévolo personaje a través del cual el espectador sigue la trama. De la misma forma que se le tiene miedo, se sufre cuando puede ser descubierto por las crueldades que comete. Pocas escenas mantienen un grado de exaltación tan elevado como aquella en la que César debe cruzar el pasillo sin ser visto por la vecina y su novio, que están con la puerta abierta en el cuarto de baño. Y tampoco sería lo mismo sin Marta Etura, que muestra a la perfección la degradación que sufre una dulce y radiante joven destinada a guardar el recuerdo de la infelicidad para el resto de su vida.

La facilidad que tiene Balagueró por dotar de realismo sus espeluznantes historias hace que el miedo adquiera sentido fuera de la ficción. Porque el miedo que retratado en Mientras duermes se puede encontrar en cualquier portería, detrás de una amable apariencia. Son temores cotidianos que dan esencia al miedo, a su manifestación más pura, sin necesidad de fenómenos paranormales o litros de sangre. Después de ver el film, el espectador va a tener la necesidad de mirar debajo de la cama antes de acostarse e inconscientemente recordará la imagen del portero del edificio.

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