jueves, 14 de julio de 2011

Beginners

Suelo pensar que cuando una película que aparece en los medios de comunicación como uno de los estrenos más importantes de la semana y, sin embargo, resulta difícil encontrar salas de cine en las que la proyecten es que merece la pena verla. Suelo pensar que la calidad de una película tiene mucho que ver con su reparto de actores. Y si el argumento consigue llamarle la atención es bastante complicado que no me cautive. Beginners parecía cumplir todos estos requisitos: en toda Barcelona solo había tres cines en los que aparecía en cartelera, los actores protagonistas Ewan McGregor y Mélanie Laurent, ya se habían ganado mi admiración en películas como Big Fish y Malditos Bastardos, respectivamente, y los temas que forman la trama consiguieron llamar mi curiosidad. Las expectativas, por lo tanto, eran bastante altas y, quizá por eso, mi desilusión al salir del cine fue bastante considerable. 
Me aburrí. Y bastante. La historia, aunque se presentaba como interesante desde un principio, no parecía avanzar. No ocurría prácticamente nada y, cuando lo hacía, ya era demasiado tarde pues había dejado de preocuparme. En muchos momentos era demasiado surrealista, los acontecimientos se producían sin tener mucho sentido y la razón de tanto disparate se me escapaba por completo. Tenía la sensación de tener ante mí unos temas que me preocupan y completamente capaces de formar la base de una gran película. Pero esos temas simplemente eran expuestos, no se profundizaban lo suficiente y mucho menos se desarrollaban con claridad. Simplemente se quedaban en la originalidad. El papel de los actores se puede catalogar de aceptable, pero desde luego no era nada del otro especial.
A pesar de todo, Beginners sí cuenta con algunos aspectos que me hicieron sonreír y pensar que, después de todo, no era tan mala película. Durante toda la cinta, aparecían imágenes pensadas para evocar en el espectador determinados sentimientos y pensamientos. Imágenes muy bien seleccionadas y totalmente acertadas que conseguían que el film alcanzara la magia que me esperaba. Pero sin duda alguna, lo mejor de todo fueron los momentos en los que aparecía ese perro tan adorable como inteligente. Los subtítulos de lo que dice el animalito no tienen desperdicio, como  tampoco lo tienen las conversaciones que mantiene con él Ewan McGregor. Estos son los escasos motivos por los que valió la pena ir a verla. Por lo demás, considero que os la podéis ahorrar o, por lo menos, os aconsejo que os esperéis a que salga en vídeo. Se acercan unos estrenos que prometen mucho más. Solo espero no volver a equivocarme...

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